LA PESCA ILEGAL Y EL ESTADO EN EL MAR
POR PAOLA DI CHIARO Y MÁXIMO PÉREZ LEÓN BARRETO
Se necesita una estrategia de seguridad marítima que haga presente al Estado en el mar y estrategias de cooperación internacional y nacional para desalentar este tipo de pesca
Cada año, vuelven las noticias sobre la pesca ilegal en la época de captura de calamar. Las flotas pesqueras que depredan, las capturas de barcos y el debate sobre el control del mar. El mensaje necesita ser veraz y certero.
La pesca ilegal es un riesgo creciente y concreto de destrucción del ecosistema marino a la puerta de nuestras casas. A nivel mundial, el veinte por ciento de las proteínas animales que consumimos provienen del mar, hace cincuenta años era solo del cinco por ciento. Basta combinar ese dato con el crecimiento de la población mundial, para traducirlo en el aumento sostenido del consumo de especies marinas. La depredación constituye un peligro que debemos detener para proteger nuestra calidad de vida y de las generaciones futuras.
Cada año se pierden más de 30 mil millones de dólares a nivel mundial por la pesca ilegal, pero el problema de fondo es que está en riesgo el medioambiente marino, regulador del clima mundial. La falta de control sobre la actividad afecta directamente el interés nacional en el Atlántico Sur.
Nada es más líquido que las fronteras marítimas. La jurisdicción argentina sobre los recursos ictícolas y su control llegan hasta las 200 millas náuticas de la costa, lo que se denomina zona económica exclusiva. Más allá, en la alta mar, solo se pueden convenir normas de común acuerdo con otros estados interesados. Desde 1995, se crearon en el mundo catorce organizaciones regionales de ordenamiento pesquero para desalentar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada sobre la base de la cooperación entre los interesados. Nosotros, hasta ahora, no contamos con una herramienta para enfrentar este flagelo.
Desalentar la pesca ilegal requiere la cooperación internacional y la acción integrada y coordinada en el ámbito nacional, este es el camino para poner de manera inteligente al Estado en el mar. La situación actual afecta al medio ambiente marino presente y futuro y por ello a la seguridad internacional y nacional.
El futuro del mar es un problema complejo. Requiere de una estrategia de seguridad marítima que incluya a todos los actores de esta comunidad y garantice el uso sostenible para nosotros y para las próximas generaciones. “Conocer para usar y proteger” resumía un Almirante de nuestra Armada.