SITUACIÓN DE LA INDUSTRIA DEL LITIO EN ARGENTINA
Frente a la transformación energética, que tiene potencial para remodelar la geopolítica y la economía, el litio es un insumo clave para la transición mundial hacia una economía basada en las energías renovables y la electromovilidad, en la cual estará centrada la demanda de este metal. Argentina (cuarto productor mundial), junto con un puñado de países, dominará la oferta de litio cuya demanda va en aumento, a causa de la gran reducción de costos y mejoras de rendimiento en los últimos años, y generará competencia. La falta de su reconocimiento como recurso estratégico (y por ende de políticas adecuadas para orientar al país como actor competitivo) aumenta la vulnerabilidad y limita las oportunidades para el desarrollo.
Contexto
América del Sur es la región con mayor cantidad de litio en el mundo, aunque comparativamente, su participación en la producción mundial es significativamente inferior. Argentina es el cuarto productor mundial y, junto con Chile y Bolivia, integran el llamado “Triángulo del Litio”. El estratégico mineral se encuentra debajo de los salares existentes en dicha región, que acumulan el 85% de las reservas mundiales de fácil extracción. Chile se ha impuesto como un jugador de peso en el mercado mundial, mientras que Argentina posee una participación menor y Bolivia cuenta con poca producción (CENE, 2021 y Martínez y Cucci, 2021). El carbonato de litio que produce Argentina en las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy (noroeste del país) responde a los estándares de pureza que demanda el mercado internacional de baterías. Es una particularidad importante que el país debe conservar como elemento diferenciador frente a la competencia futura (Vázquez, 2021).
Reservas mundiales de litio. Fuente: US Geological Survey, citado por América Economía (2016).
El litio es un insumo clave para la fabricación de la batería de ion de litio que es utilizada en vehículos eléctricos (que es el sector donde se estima el aumento de su demanda en diez años) e importantes productos electrónicos como celulares, tablets y laptops, con presencia cada vez más notoria en las cadenas globales de valor. Se destaca por ser fundamental para los esfuerzos internacionales de garantizar la transición mundial hacia el uso de energías renovables con el objetivo de disminuir el consumo de recursos no renovables, en especial de los combustibles fósiles, con impacto en los gases efecto invernadero (CENE, 2021 y Vázquez, 2021). El Banco Mundial estima que la demanda de litio en el mundo aumentará un 950% hacia 2050 (Marchan, 2019). Las baterías de iones de litio han experimentado una gran reducción de costos y mejoras de rendimiento en los últimos años, y las inversiones también están aumentando en alternativas potencialmente más seguras, más baratas, más potentes y de mayor duración (National Intelligence Council, 2021). A su vez, el alza del precio internacional del mineral de litio se debe a las altas expectativas del crecimiento de la demanda de este recurso y a las dificultades a las que se enfrentan los países que cuentan con mayores reservas de este recurso para aumentar su extracción, en parte por las complicaciones propias de la extracción en salares y en parte por cuestiones internas de dichos países (Martínez y Cucci, 2021).
Composición de la demanda actual de litio. Fuente: CITI Research, citado por América Economía (2016).
En Estados Unidos, el gobierno de Joe Biden quiere impulsar un plan de energía limpia, para que toda su electricidad sea producida por fuentes renovables hacia 2035 y para que la mitad de los vehículos sean eléctricos hacia 2030, superando a los vehículos de combustión hacia 2040. En este segundo punto habrá impacto en la producción de litio ya que estos vehículos necesitan sistemas de almacenamiento de energía, utilizándose para ello baterías recargables de ion de litio que permiten acumular grandes cantidades de energía. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, el precio del litio ya se duplicó entre 2016 y 2018 y se multiplicará por ocho entre 2020 y 2017 (CENE, 2021 y Vázquez, 2021). La adopción masiva de vehículos eléctricos en el mundo responde a las políticas de emisión cero para 2050 que asumieron más de 20 países y 70 gobiernos subnacionales. Se estima que la actual oferta de litio no será suficiente para satisfacer las necesidades globales. Alrededor del 80% de la demanda de litio es para fabricar las baterías que hacen funcionar a estos tipos de vehículos eléctricos, cuyas ventas mundiales van en aumento (Vázquez, 2021).
Las reservas con que cuenta la Argentina se estiman en 19,3 millones de toneladas, lo cual equivale al 22% del total mundial, extrayéndose de salares situados en las mencionadas tres provincias de la región Noroeste. En 2020 produjo 6.200 toneladas, ocupando el cuarto lugar en la producción global, detrás de Australia, Chile y China, exportando mayormente a Estados Unidos. En las condiciones actuales, se estima que el litio podría llegar a aportar a la Argentina hasta 3.500 millones de dólares anuales en exportaciones, sabiendo que aún se produce una pequeña fracción de todo el potencial de recursos identificados (CENE, 2021 y Vázquez, 2021). Así, se estima que la extracción de litio posee potencial para el desarrollo y la participación a escala internacional e incluso para expandir la cadena industrial minera del país, ofreciéndose proyectos de inversión-innovación (OPM, 2017).
Problemáticas
Se ha identificado que, en los próximos años, Argentina, junto con un puñado de países, dominará la oferta del litio cuya demanda va en aumento por los vehículos eléctricos. El contexto geopolítico y geoeconómico es propicio para que Argentina lidere la transformación energética (Vázquez, 2021). Si bien nuestro país tiene en la actualidad la ventaja de contar con proyectos con elevada concentración de litio, los avances tecnológicos pueden poner en riesgo esta ventaja en el futuro (CENE, 2021). Hoy en día se ofrece una política agresiva de incentivos a la inversión para aumentar la extracción, atrayendo inversiones privadas millonarias que suman en la actualidad más de 20 proyectos de desarrollo de litio en distintos estados de evolución que permitirán exportar unas 300 mil toneladas al año (Vázquez, 2021 y El Chubut, 2021). Será necesaria la articulación público-privada, a partir de la previsibilidad y el largo plazo, para garantizar estas inversiones de largo plazo y alto riesgo.
La situación es distinta en los países vecinos, ya que Chile y Bolivia son más restrictivos con la participación privada en la industria del litio por considerarlo un recurso estratégico. En el caso de Bolivia, se conformó un Plan Nacional de Desarrollo, se le otorgó el carácter de “interés público” con rango constitucional y la explotación está en manos de una empresa del Estado, mientras que Chile ha adoptado medidas que han perjudicado la inversión privada, beneficiando a Australia que se convirtió en el principal productor de este metal en 2018. El país trasandino, además, a través de la Ley Orgánica Constitucional Minera, también declara al litio como un “producto estratégico” y cuenta con un Comisión Nacional del Litio que apunta a generar políticas públicas para generar una mejor gobernanza de las regiones de explotación (Gelos, 2021; Martínez y Cucci, 2021 y Vázquez, 2021).
El Estado Nacional argentino no ha avanzado aún en el reconocimiento del litio como un recurso estratégico, que habilitaría un régimen específico para ese recurso, apostando a emprendimientos y productos nuevos en el contexto del crecimiento mundial, planificando nuestra configuración productiva futura —sólo Jujuy en 2011 declaró al litio como “recurso natural estratégico para el desarrollo socioeconómico de la provincia” (Martínez y Cucci, 2021)—. Con un plan estratégico de todo el sector minero, se podría definir una visión compartida del rol que pretendemos asegurarle a la minería en el desarrollo económico y social de nuestro país poniendo en valor el enorme potencial geológico minero que poseemos, planificando y coordinando proyectos que mejoren la producción y sumen valor agregado. Se pone en relieve la necesidad de una gobernanza responsable de los recursos minerales centrada en el cuidado social y ambiental, con la participación de todos los actores públicos, privados y de la sociedad civil.
Las provincias productoras (Catamarca, Salta y Jujuy), por su cuenta, han señalado ya la importancia de este recurso, conformando empresas productoras provinciales y una “mesa del litio” que desembocó en un tratado interprovincial firmado el 5 de octubre de 2021 para crear la “región minera del litio”. Constituyéndose para ello un comité para coordinar los requerimientos provinciales y del gobierno nacional para en materia de investigación, extracción, producción, industrialización y comercialización del metal, teniendo en cuenta que por el marco normativo argentino, consagrado en la reforma constitucional de 1994, los recursos mineros les pertenecen a las provincias (El Chubut, 2021 y Glezer, 2021). Para complementar el marco normativo argentino, el mismo no presenta una distinción específica para la explotación del litio. Existen tan solo tres normas que regulan la actividad minera en Argentina. Además de la Constitución Nacional, se encuentra el Código de Minería (el cual establece que la propiedad y la facultad de explotar y comercializar los recursos corresponden a quien los descubra), y la Ley de Actividad Minera ha plasmado dos incentivos cruciales para los emprendimientos mineros: la estabilidad fiscal por un plazo de treinta años luego de iniciado el proyecto y la deducción del Impuesto a las Ganancias en los montos invertidos (Martínez y Cucci, 2021).
Un importante paso en el proceso productivo es el sometimiento de la materia prima extraída mediante un proceso químico para obtener carbonato de litio, el componente que se usa en el cátodo de las baterías (Vázquez, 2021). Hay que cuestionar si nuestro país solo quiere ser un exportador del litio como materia prima o también tener un rol en todo el proceso, hasta la fabricación de baterías, liderando además la transformación energética que se avecina. Si se presta atención a la rivalidad entre Estados Unidos y China, se advierte que el primero sólo posee tres fábricas de baterías de ion de litio, y depende mayormente de China, que domina casi el 80% de la manufactura mundial de baterías y de sus componentes. Si bien existen proyectos para romper con la dependencia china, Estados Unidos tampoco domina la producción de las materias primas dependiendo de las importaciones chilena y argentina (Vázquez, 2021).
El Observatorio PYME Minero de la Universidad de Belgrano (2017) advierte que la evolución y desarrollo de la extracción del litio dependerá no solo de los precios internacionales y los proyectos de inversión, sino también de la política económica nacional y de una estructura macroeconómica estable. Como consecuencia, “una mayor incertidumbre, plasmada en una volatilidad macroeconómica local, induce a un menor margen de respuesta a cambios favorables en los precios internacionales“. Advierte también la existencia de regulaciones provinciales y cuestiones tributarias que “atentan” contra las inversiones y la necesidad de lograr una actividad minera “sustentable a largo plazo” en función de los requerimientos mundiales, así como demandas de grupos ambientalistas y pueblos originarios. Otras dificultades correspondientes a factores propios de las dinámicas internas de cada país juegan un papel fundamental. Inadecuados marcos normativos que no auspicien un desarrollo estratégico; un atraso tecnológico que impida el desarrollo del sector; e inclusive las largas distancias que separan al “Triángulo del Litio” de los principales mercados que consumen este metal (China y el sudeste asiático), implican problemas técnicos y logísticos (Martínez y Cucci, 2021).
En el contexto de las tendencias globales, tanto Estados Unidos como el Reino Unido en sus documentos oficiales, identifican los sectores emergentes de la transición energética y las disputas geopolíticas que traerán aparejadas. El primero, reconoce que “la transición de los combustibles fósiles tiene el potencial de remodelar significativamente la geopolítica y la economía, dependiendo de su velocidad y estructura” y que “un cambio a la energía renovable aumentará la competencia por ciertos minerales, particularmente el cobalto y el litio para baterías”. A medida que los actores compiten por desarrollar nuevas tecnologías de energía renovable durante las próximas dos décadas, se centrarán en los países que suministran estos minerales, con miras al “Triángulo del Litio” sudamericano (Ministry of Defence, 2018 y National Intelligence Council, 2021).
Otro factor de competencia internacional se da entre las empresas que manufacturan vehículos eléctricos, por el nivel de pureza del carbonato de litio utilizado en las baterías, y también por la sustentabilidad y huella de carbono de toda la cadena de producción, empezando por la extracción del metal. La automotriz alemana BMW acordó la compra de litio de origen catamarqueño y una empresa productora de origen australiano se fusionó con una empresa que extrae también en el país, conformando una megaempresa de litio, la quinta más grande del mundo, con operaciones en Argentina, Australia, Canadá y Japón (Vázquez, 2021). Más recientemente, las mayores mineras que extraen litio han confirmado una asociación internacional, con sede en Londres, para “hablar en nombre del sector” (El Economista, 2021). Entre ellas se encuentran las transnacionales SQM y Albemarle-Rockwood, que funcionan en Chile, y la FMC Lithium Corp, radicada en Argentina, que son llamadas las “Big3” y concentran desde hace casi 20 años alrededor del 50% de la producción mundial (Gelos, 2021).
Crecimiento de la demanda mundial de vehículos eléctricos y baterías de litio entre 2008 y 2020. Fuente: Roskill, citado en América Economía (2016).
En la cuestión ambiental, se teme que el vertiginoso incremento de la demanda mundial resulte en una extracción descontrolada de litio, con posibles impactos negativos a mediano plazo por el uso excesivo de agua necesario en el proceso productivo (Vázquez, 2021). Las empresas automotrices priorizarán cada vez más las materias primas provenientes de procesos ambiental y socialmente sustentables. Existe aún mucho desconocimiento sobre los impactos ambientales y sociales de la producción de litio por lo que sería prudente para Argentina mantenerse a la punta de los estudios científicos que se están haciendo en el mundo, tanto a nivel privado como público. La transferencia de tecnología debería ser un objetivo primordial al momento de firmar contratos de exploración y extracción de litio con los países desarrollados.
El litio ya es una realidad que impacta en la economía argentina, y cuyo sector, en plena expansión, no solo puede asegurar la creación de nuevos puestos de trabajo, sino que puede auspiciar la posibilidad de que el mencionado estado se inserte en nuevos flujos comerciales internacionales. A su vez, dicho sector puede constituirse como una pieza clave en la resolución de problemáticas económicas estructurales. Se presenta necesario que Argentina establezca objetivos concretos y planificaciones estratégicas para la producción nacional, que consoliden al país como un actor competitivo.
BIBLIOGRAFÍA
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